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La Cultura en 2024.

Entre el Algoritmo y la Resistencia

Cuando estamos a punto de cerrar 2024, la cultura lleva años que parece estar atrapada en un bucle cerrado: ¿es una expresión auténtica del espíritu humano o una simulación diseñada por algoritmos para mantenernos complacientes y acomodados? La música, el cine, la literatura y otras formas de expresión artística, históricamente motores de cambio y disrupción, parecen haber caído en una espiral de conformismo, donde los likes, las tendencias y las recomendaciones personalizadas dictan lo que consumimos. Este panorama plantea preguntas críticas sobre nuestra relación con la creatividad y la capacidad de la cultura para desafiar, transformar y abrirnos a nuevos espacios.

El Algoritmo: Curador y Censor Invisible

En un mundo donde la inteligencia artificial y las plataformas digitales cada vez mandan más, el algoritmo se ha convertido en el curador más influyente de nuestras vidas. Spotify crea listas personalizadas que refuerzan nuestras preferencias existentes, Netflix nos sugiere contenido que encaja perfectamente en nuestros hábitos de consumo, y las redes sociales filtran lo que vemos en función de lo que más probablemente «nos gustará».

Este sistema tiene beneficios obvios: es cómodo, eficiente y elimina la fricción de buscar algo nuevo. Sin embargo, hay un costo oculto. El algoritmo, diseñado para maximizar el tiempo de pantalla, fomenta un consumo pasivo y repetitivo. La exploración activa, que no hace tanto fue una parte esencial del descubrimiento cultural, está en declive. Ya no buscamos, dejamos que el algoritmo busque por nosotros.

El resultado es una monocultura global: muchos ven las mismas series, escuchan las mismas canciones virales y leen los mismos libros de moda. La diversidad cultural se diluye y palidece en favor de la homogeneidad, poco amiga del riesgo.

Likes y Validación: El Poder de la Apropiación Masiva

Las redes sociales, diseñadas para fomentar la conexión a nivel global, han evolucionado para convertirse en escaparates donde la validación externa determina el valor de una obra. Una canción es «buena» porque acumula millones de reproducciones en TikTok; un libro es «importante» porque ha sido viral en Instagram; una película es «necesaria» porque encabeza las tendencias de X. Una foto «muy sugerente» tiene más «engagement» que una foto de alguien creando una obra de arte.

Este sistema de validación basado en métricas reduce la cultura a un juego de números, donde la calidad artística pasa a un segundo plano frente al potencial de la viralidad. Lo disruptivo y lo incómodo, características que históricamente han definido el arte significativo desde hace décadas, son marginados porque no generan suficientes likes. En cambio, lo que triunfa es lo seguro, lo complaciente y lo predecible.

la cultura del like

La Pasividad del Consumidor: ¿El Fin del Explorador Cultural?

En este contexto, el público nos hemos vuelto más pasivos. En lugar de buscar lo desconocido, esperamos que el algoritmo nos entregue lo que queremos… antes de que sepamos que lo queremos. Hemos perdido el hábito de enfrentarnos a obras que desafían nuestro habitual campo de visión o nos sacan de nuestra zona de confort.

Esto plantea una cuestión fundamental: ¿qué sucede con una sociedad que deja de cuestionar sus propios gustos? La pasividad cultural es peligrosa porque reduce nuestra capacidad de empatizar, reflexionar y ser críticos. Si solo consumimos lo que reafirma nuestras ideas preconcebidas, ¿cómo podemos crecer como individuos o como sociedad?

Las Excepciones: A Contracorriente

Sin embargo, afortunadamente no todo está perdido. En medio de este mar de conformismo, existen artistas, autores y creadores que se resisten a la complacencia. La música independiente (nos referimos a la música hecha sin depender de grandes medios) sigue dando cobijo a aquellos que buscan expresarse de otra manera, el cine de autor encuentra nuevas formas de distribución fuera de los grandes estudios, y la literatura experimental sigue explorando lo desconocido.

Además, las plataformas digitales también ofrecen herramientas para la disrupción. Los creadores independientes tienen más acceso que nunca a audiencias globales, y el público que busca algo diferente puede encontrarlo si está dispuesto a buscar más allá de las recomendaciones algorítmicas.

Conclusión: Recuperar el Control

La cultura en 2024 es un espejo de nuestra sociedad: hiperconectada… pero a menudo desconectada de su esencia más humana. La solución no pasa por rechazar la tecnología, sino por aprender a usarla de manera consciente. No como algo excluyente, sino como algo complementario. Debemos ser más críticos con las recomendaciones, más curiosos en nuestras elecciones y más abiertos a lo incómodo.

La verdadera riqueza cultural no reside en la complacencia, sino en la exploración y el desafío. En un mundo gobernado por algoritmos, recuperar la proactividad cultural es un acto a reivindicar. Y quizás, esa resistencia sea la «chispa adecuada» para encender un nuevo renacimiento creativo que reivindique que las cosas se pueden hacer de forma distinta.

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La Gran Travesía del Rock

Por otro lado queríamos comentaros que ya está disponible en este enlace el libro La Gran Travesía del Rock, un homenaje a muchos de esos momentos históricos, curiosos y surrealistas que nos han deparado los músicos a lo largo de la Historia del Rock.

Un libro sobre viajes en el tiempo, inspirado en los Evangelios apócrifos del rock and roll… y otros Evangelios no tan apócrifos. Jimi y Janis, los dos protagonistas, utilizando la oportunidad que les brindan los viajes en el tiempo, con el DeLorean, y con la ayuda de Doc y Michael J. Fox, viajan desde el año 2.027 a los momentos más impactantes de la historia del rock para combatir el reguetón y rescatar del olvido los «archivos ocultos» del mundo de la música.. Y no sólo viajan a esos momentos, sino que además interactúan con ellos.

Woodstock 1969, Live Aid 1985, el Diablo y Robert Johnson, Axl Rose en San Luis, Keith Moon y sus fiestas salvajes, Ozzy Osbourne y el murciélago, el retiro de Ziggy Stardust, los Beatles en Manila, Oasis en Buenos Aires…

Los 15 capítulos tienen también una ficción sonora del podcast La Gran Travesía, que podéis escuchar en este enlace.

Diseño de la portada a cargo de Sonja Brocal. Prohibida su modificación sin consentimiento.

Radio Free Rock

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